jueves, 12 de agosto de 2010

Fotos muestra "Bijou?". Centro Cultural Recoleta Julio 2010



Muestra "Bijou?" 8 de Julio 2010 - Centro Cultural Recoleta - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina

Muki Rosati funde en el horno de su cocina collares de plástico de distintos colores y de ese crisol surgen inesperadas gamas que, en una nueva dimensión circular, se articulan rítmicamente para convertirse en las cuentas de un collar gigantesco.
Estos collares “caseros” rinden homenaje a un aspecto de la mujer tan distorsionado por la cultura como es ese ancestral, amoroso y “ sagrado arte de adornarse” y rescatan lo doméstico como acto creativo que se proyecta en el hecho artístico.
Tanto en la alquimia de cocinar los collares, materia prima y producto terminado a la vez , donde aparece la fusión del uno con el otro en una simbiosis casi amorosa, como en el armado de los mismos en un despliegue continuo de elementos semejantes que dan origen a un todo, se alude a la dialéctica de los vínculos y al tejido simbólico que nos constituye como sujetos y como sociedad. He aquí algunas de sus obras que se presentarán el jueves 8 de julio en el Centro Cultural Recoleta.









"Aro que dejó caer una fugitiva de la Ciudad Prohibida"

Medidas: 1.14 m x 0.34 m

Material: Collares de plástico reciclados y collares.

Ténica: Ensamblaje





"Naguillan lauquen" ("Crepúsculo en el lago", en Mapudungun, lengua mapuche)

Medidas: 1.35 m x 0.36 m

Material: Collares de plástico reciclados

Ténica: Ensamblaje

 

"Collar para Oxum"

El agua corre haciendo el ruido de los brazaletes de Oxum. (Leyenda africana)

Medidas: 2.12 m x 2.00 m

Material: Collares de plástico reciclados.

Técnica: Ensamblaje.























"Aro para bailar Samba"

Medidas: 1.14 m x 0.70

Material: Collares de plástico recicladod

Técnica: Ensamblaje




"Para Venus"

Longitud: 8.72 m

Material: Collares de plásticos reciclados

Técnica: Ensamblaje

 


"Grandes collares para grandes mujeres" por Nora Dobarro, artista visual y curadora.

Muki Rosati diseña una puesta en escena que nos sumerge velozmente en su manera de entender la creación artística; en su obra subyace la ironía del sobredimensionamiento de lo accesorio y de lo banal. Juntando diversos aspectos de lo femenino, elige lugares complicados de realización. ¿Hablamos sólo de escalas? El ejercicio de la creatividad y la libido que existe en lo doméstico, en el arte de cocinar, la lleva a probar en el “horno” de su cocina los componentes de una idea extrema, acomodándolos…en las fuentes para pizza!
¿Cómo fabrica esas piezas y cómo realiza esa traslación? En el acto de cocinar collares, materia prima y producto terminado a la vez, se lee su fascinación por la transformación de una cosa en otra semejante y a la vez diferente en cuanto a su tamaño y densidad (uno de sus collares mide 2.00m de diámetro).
Son antecesoras de su imperiosa necesidad de otras escalas y lenguajes, su práctica de artesana, construida en años y su inclinación posterior a utilizar en la escultura sillas de plástico, aparte de otros objetos cotidianos poco seductores, que irrumpieron en su taller y que, al recrearlos con sus manos y tijeras, participaron de formas ascendentes escalonadas. Al volverlas inútiles, mudando su función original las resignifica, intentando en esa operación constructiva disolver lo que tanto la molestaba socialmente: la invasión de lo importado en el mercado argentino.
En la resolución técnica y en el lenguaje marca ejes conceptuales de estética amorosa que escapan al género y que, si uno puede ver, se vuelve sagrada, trascendiendo posibles mandatos sociales. La ironía inaugurada en “los 90”, la aborda ahora con algo más íntimo, lo femenino que adorna e ilumina lo cotidiano, aún en los lugares más inesperados ¿es noticia? ¿se valora y se habla de ello?
Entremos finalmente en esos collares y aros tan plenos de colores y brillos y tan llenos de reminiscencias de culturas diversas.
Esos… ¿desde qué anhelos están creados?
¿qué historia cuentan y qué reparan?
De la disolución al fuego de las cuentas de plástico surgen estas otras configuraciones formales, desplazándose de un módulo a otro que las contiene y las expande, ofreciendo una lectura actualizada del objeto, como en la historia y la memoria…
Quisiera seguir escribiendo y los conceptos se me empiezan a yuxtaponer, preciso salir de lo lineal girando hacia esa otra escala aún inalcanzable que me proponen las obras y… me detengo. Busco en el diccionario la palabra: Collar - * aro de metal antiguamente puesto al cuello de un malhechor por castigo, o de un esclavo como signo de servidumbre.* aro de metal o tira de cuero en torno al cuello de un animal para poder sujetarlo o manejarlo.* anillo que sujeta cualquier pieza circular de una máquina para impedirle girar. Y en mi diccionario privado: *obra que se encuentra anclada en otras y elige referirse irónicamente a esto que vivimos y es; y cómo esto lo reflejan, en su formato elegido, artistas contemporáneos vigorosamente comprometidos con la construcción de su identidad.

En la Bijou de Rosati, “porqué eu sou do tamanho do que vejo e não do tamanho da minha altura…?”




Obras 2009 - 2010




















Obras 2007




Muestra en el Centro de Arte Contemporáneo “Chateau Carreras”- Córdoba - 2006










Obras 2005



















Obras 2004

Muestra 2003 - Historiasencillas - Galería de Arte Víctor Najmias
















Sobre estas sillas uno no puede descansar. No son muebles para usar, son máquinas simbólicas. Las transformaciones plásticas que ciegan su utilidad son las mismas que abren a su funcionamiento poético.
Comencemos por "PERVERSILLAS". La obra resulta extraña o amenazante por el antagonismo evidente que se teje entre la sobrecarga ornamental de las piezas individuales, y el rígido orden circular que estructura el conjunto. En cada silla, los distintos motivos se despliegan cubriéndola como un tapiz, como una segunda piel. Si nos acercamos, aparecen las asociaciones peligrosas, dramáticas. Si las vemos de lejos, adquiere relieve el desprejuiciado y alegre colorido, cercano en su temperamento al kitsch urbano o a la decoración doméstica. En todo caso, esta abundancia de narrativa parece representar, hasta el extremo de la habladuría, el potencial acumulado de las cosas por decir. Estas palabras, razonables o no, trágicas o felices, no pueden fluir, no pueden ser comunicadas. El círculo perfecto que las sillas forman está armado de adentro hacia afuera. Esos cuerpos ausentes, aunque estén juntos hombro a hombro, no se miran. El calidoscopio de formas variables que las sillas muestran será siempre el mismo, no cesará de girar en redondo a través de imágenes idénticas, porque no habrá jamás un diálogo que las someta a transformación.
Las series de "ESCULTRUCHAS" y de "RUEDESILLAS" parecen a primera vista tímidas en el conjunto, por su pequeña escala y la sobriedad tonal de sus materiales. Una visión detenida, no obstante, será capaz de seguir en estas piezas, como en un sutil contrapunto, el hilo narrativo propuesto por Muki Rosati. Una de las "RUEDESILLAS" recuerda a "Masturbina" de Fischli y Weiss (1985) y ambas, por cierto, al Gran Vidrio de Duchamp. La representación del erotismo no muestra la unión de elementos complementarios sino el despliegue continuo de lo mismo que al reproducirse, en un mecanismo giratorio, proyecta el deseo como un fantasma interminable.
En casi todas las obras se reitera la forma circular. Los "muebles" de Muki Rosati no hablan del cuerpo humano sino del abismo que puede abrirse en las relaciones entre las personas. No hablan de anatomías sino del tejido simbólico donde nos constituimos como sujetos.


Valeria González